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Creencia Numero 6 - El trabajo es un Juego

¿Sabe  usted de alguien haya logrado un éxito considerable haciendo algo que aborrezca?
Una de las claves para triunfar consiste en celebrar  un matrimonio perfecto entre lo que uno hace y lo que a uno le gusta. Pablo Picasso dijo una vez: “Cuando trabajo, descanso; lo que me fatiga es no hacer nada o recibir visitas”.
 
Quizá nosotros no seamos tan buenos pintores como Picasso, pero está en nuestra mano el buscar tareas que nos estimulen y nos animen. Y cualquiera que sea nuestro trabajo podemos aportarle muchos de los aspectos de lo que hacemos jugamos. Dijo una vez Mark Twain: “El secreto del éxito está en convertir la vocación en vacación”. Por lo visto, eso es lo que hacen los triunfadores.
 
Ahora está de moda hablar de los “workaholics”, los adictos o maníacos del trabajo. En efecto, para algunas personas el trabajo se convierte en una obsesión malsana, en algo muy similar a un vicio. No parece que les produzcan mucho placer, pero han llegado al punto en que no pueda hacer nada más.
 
Los investigadores empiezan a descubrir cosas sorprendente acerca de algunos de estos “ergónomanos”. Algunos parecen maníacos de su actividad porque aman su trabajo, en el que encuentran un desafío, un estímulo y un enriquecimiento vital. Para estas personas el trabajo viene a ser como el juego para la mayoría de nosotros. Lo ven como una manera de averiguar hasta donde son capaces de llegar, de aprender cosas nuevas, de explorar nuevos caminos.
 
¿Que si hay trabajos más propicios para ello que otros? Desde luego. La clave está en moverse para conseguirlo y ahí es donde empieza a funcionar una de esas espirales ascendentes. Si usted es capaz de encontrar maneras creativas de hacer su trabajo, eso le ayudara a progresar hacia trabajos aún mejores. Pero si decide que el trabajo es una mera rutina y una manera de llevar a casa el cheque de la paga, muy posiblemente no llegara a ser nunca más que eso.
 
Hemos hablando del “sinergismo” de un sistema coherente de creencias, de cómo las creencias positivas apoyan y refuerzan a otras. Aquí tenemos otro ejemplo. Yo no creo que existan los empleos sin porvenir. Solo existen las personas que han perdido el sentido de lo posible, que han decidido no asumir responsabilidades, que han optado por creer en el fracaso. Con lo cual no le sugiero al lector que se convierta en un maníaco del trabajo. No es cuestión de edificar todo el mundo de uno alrededor del trabajo. Lo que sugiero es que tanto en el mundo personal como el laboral se enriquecen cuando uno les aporta la misma viabilidad y la curiosidad que pone en sus juegos.

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